viernes, 27 de noviembre de 2015

  • Los niños son, según la OMS, uno de los grupos más vulnerables a los efectos nocivos del ruido. Entre otros, daña su rendimiento cognitivo y su bienestar. El estruendo empieza a ser combatido desde la escuela, y nosotros hemos empezado en el comedor, instalando un semáforo medidor de decibelios. Cuando los decibelios rebasan el límite, el semáforo se pone rojo avisando a los comensales con un pitido que tienen que bajar la voz.



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